Para comenzar a hablar de los trastornos corporales y de la alimentación,
primero se deben de tener claros ambos conceptos. De este modo, el trastorno
dismórfico corporal (TDC) es un trastorno obsesivo compulsivo que genera en las
personas una búsqueda de la perfección. Por otro lado, los trastornos de la
conducta alimentaria (TCA) corresponden a alteraciones específicas y
severas en el consumo de alimentos, que están presentes en personas que tienen
unos patrones distorsionados en el acto de comer (comer en exceso, dejar de
comer…).
Es importante saber que, los trastornos alimentarios suelen ser más
frecuentes en mujeres, y en mayor medida se producen durante la etapa de
adolescencia o, en la llamada juventud temprana, aunque hay casos en los que se
dan en la infancia o adultez. En este tipo de enfermedad, se producen
recaídas que ocasionan alteraciones en el funcionamiento psicosocial de quien
la sufre, puesto que, no solo contienen un efecto que arrasa en las personas
enfermas y familiares, sino que, también se atribuye a un elevado riesgo de
ejecución de conductas suicidas. Así mismo, esta enfermedad puede ir ligada a
otros trastornos como pueden ser la depresión, ansiedad, trastorno obsesivo-
compulsivo y abuso de sustancias. Esto puede acarrear consecuencias en el
funcionamiento social
¿Quieres saber cuáles son los tipos de TCA
más comunes? Presta atención al siguiente vídeo:
La sociedad
actualmente se centra en la belleza, un claro ejemplo son los medios de
comunicación. Hoy en día las personas tratan de alcanzar esa belleza
“perfecta”, normalmente camuflada por filtros, como puede ser en el caso de las
redes sociales. Por eso, es importante conocer y saber acerca del TDC, que
afecta a mujeres y hombres por igual, produciéndose durante los 12 y 13 años
aproximadamente, cuando normalmente los adolescentes consideran demasiado
importante la aceptación de los demás.
Actualmente, no existen causas que deriven a este problema, pero
en algunas investigaciones se debate que este trastorno pueda ser ocasionado
por la genética, deficiencia de serotonina, rasgos de la personalidad y
experiencias de la vida como pueden ser traumas, abusos, etc. Las personas que
padecen TDC se centran la mayor parte del tiempo en detectar sus defectos y en
cómo ocultarlos, por lo que esto impide que se puedan llevar a cabo actividades
básicas de la vida diaria. Estos defectos de los que se hablan suelen pasar
desapercibidos para los demás, pero no es algo que las personas que padecen la
enfermedad puedan controlar, ya que, se sienten amenazados por estos.
Normalmente, las áreas en las que se centran suelen
ser las que están relacionadas con la piel, cabello, nariz, labios, ojos, pecho
y/o vientre, preocupándose por la simetría, el tamaño y la forma. De este modo,
el TDC ocasiona pensamientos negativos constantes, así como angustia y
deterioro del funcionamiento personal, llegando a hacer pensar que las demás
personas conocen a estas personas por sus defectos. A medida que transcurre el
tiempo las personas que padecen este trastorno pueden llegar a aislarse
socialmente, evadiéndose de todo tipo de relación.
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