Es cierto que desde hace 20 años hasta hoy en día el racismo ha disminuido de una forma considerable, pero es innegable que este, el racismo. ha evolucionado y ahora se encuentra mucho mas oculto y simbólico.
Desde hace más de 50 años, el concepto de raza ha comenzado a ser desacreditado por los genetistas (Richards, 1997), y ya en 1951 la UNESCO lo estima un concepto inválido científicamente, por constituir un constructo social sin fundamento social. Finalizando este ciclo, en el año 2001 se completó el genoma humano, en el que a partir del análisis genético de 5 personas de diferente etnia, se concluyó que no era posible diferenciar una etnia de la otra, por lo que la “raza” no era un constructo biológico o científico válido (Gannett, 2001).
Las nuevas formas de racismo han recibido una amplia variedad de denominaciones, entre ellas: racismo simbólico (Kinder & Sears, 1981, Sears, 1988), racismo aversivo (Dovidio & Gaertner, 2000), racismo moderno (McConahay, 1983), racismo ambivalente (Katz, 1981), ontologización (Roncarati et. al, 2009), Infra-humanización (Leyens et al, 2003), hetero-etnización (Vala et al, 2009).
En este post tan solo hablaremos de dos tipos de racismo como son: el racismo simbólico y el racismo ambivalente.
Racismo simbólico:
McConahay (1983) informa que el racismo simbólico o moderno tiene tres características: a) discrepancia contra los negros que “empujan muy fuerte” y ascienden rápido; b) discrepancia hacia las concesiones hechas a los negros, tales como la “discriminación positiva”; c) la negación de que exista una discriminación racial.
Racismo ambivalente:
El conflicto emocional se da porque el individuo tiene tensión entre la igualdad democrática y el individualismo, las personas que experimentan este racismo pueden oscilar entre los dos extremos, una gran empatía o incomodidad.

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