Voluntad y Autocontrol
En primera instancia, antes de hablar del autocontrol y resolver las dudas que se tengan sobre este tema, debemos preguntarnos ¿Qué es la voluntad?, ¿Cómo se forma la voluntad?, ¿Qué relación tiene la voluntad con el autocontrol?
Bien, pues según la RAE, voluntad se define como:
- Facultad de decidir y ordenar la propia conducta.
- Intención, ánimo o resolución de hacer algo.
Gracias a estas definiciones podemos extraer que la voluntad es una capacidad mental que nos permite tomar decisiones de manera propia, llevando a cabo de igual manera las acciones decididas, por lo que podemos concluir que la voluntad se compone de DECISIÓN y ACCIÓN INTENCIONADA.
Contestada la pregunta de ¿Qué es la voluntad?, podemos dar lugar a la segunda pregunta, ¿Qué es?, ¿Cómo se forma?
Tomando en cuenta lo dicho en la definición, la formación de la voluntad está compuesta por dos factores, a los que se suma un tercer factor para que una acción voluntaria tenga lugar.
1. Decisión.
Debido a que el ser humano es un ser que piensa, no actúa de forma aleatoria, sino que mediante un proceso del pensamiento. Este proceso es la toma de decisiones, proceso que se realiza tras un debate interno para analizar ventajas y desventajas en las opciones que nos han sido dadas, tomando la decisión que nos parece la más acertada.
2. Acción intencionada.
La intención de realizar una acción viene introducida por la decisión, ya que las ganas de llevar esta decisión a cabo es lo que marca el inicio de una acción, haciendo que actuemos de una manera determinada. La definición que aporta la RAE de la intención es “La determinación de la voluntad en orden a un fin”.
La intención suele estar sujeta a una emoción y siempre está presente la proactividad (comportamiento anticipado y autoiniciado ante determinada situaciones), actuando así considerando lo beneficioso o perjudicial del estímulo que inicia la intención, dependiente también de factores psicológicos, materiales o económicos de la persona, por ejemplo, saber que una decisión es la acertada, pero no verse capaz de realizar la acción correspondiente o no serlo debido a la falta de los materiales o recursos necesarios.
3. Impulso de acción.
Si los factores antes mencionados son cubiertos, la intención ahora debe ser impulsada para realizar la acción hasta culminarla, ya sea de manera fallida o exitosa. Este impulso se relaciona con la motivación (estado mental que ayuda a la persona a conseguir un objetivo mediante la activación, dirección y mantenimiento de la conducta). Todo esto se obtiene gracias a la proactividad ya mencionada, pero todo esto se puede ver truncado por culpa de sentimientos o emociones negativas como el miedo, la desmotivación, la vergüenza entre otras muchas.
Ya que hemos definido que es la voluntad, podemos pasar a hablar del autocontrol. Retomando el esquema que se ha seguido en el punto anterior, pasamos a preguntarnos, ¿Qué es el autocontrol?
Bien, pues según la RAE, el autocontrol se define como el control de los propios impulsos y reacciones, por lo que podemos decir que es la capacidad de autorregulación que la persona tiene sobre sus pensamientos, sentimientos, conductas y acciones.
La psicóloga Kelly McGonigal nos señala tres aspectos que incluidos en el propio concepto de autocontrol:
- Capacidad de resistir tentaciones.
- Capacidad de hacer lo que se debe hacer.
- Conciencia de objetivos a largo plazo.
Es decir, es saber controlar la voluntad, pero para que esta voluntad se forme y se controle hay que tener en cuenta unos mecanismos psicológicos y fisiológicos, algunos de los cuales son:
1. Mecanismos psicológicos.
Para que la voluntad se forme y se controle se necesita un estado mental en el cual la persona sea consciente de que quien esta pensando en ese momento es ella misma, es decir, que sea autoconsciente, ya que esta cualidad es necesaria para la toma de decisiones mediante la atención y el análisis de la información que se recibe.
Existen situaciones en las que esta autoconsciencia se pierde, por lo tanto, la voluntad desaparece y con ella el control sobre nuestros actos. Un ejemplo de estas situaciones es cuando se está bajo el efecto de drogas o alcohol.
2. Mecanismos fisiológicos.
La voluntad surge a raíz de unos procesos biológicos, por lo que la estructura y el funcionamiento cerebral influyen bastante en su formación, pero además de eso también depende de otros procesos cognitivos como son la percepción, la actitud, la interpretación, etc.
La toma de decisiones se debe gracias a dos estructuras cerebrales, la primera es la corteza prefrontal, en la cual tienen lugar ciertas funciones cognitivas específicas, y el sistema límbico, que se encarga de la parte emocional que repercute en los procesos de la voluntad, haciendo que el control personal dependa de la conexión entre ambas estructuras, por lo que cuando mayor sea la intensidad de esta conexión en sentido corteza → sistema límbico, mayor será el control que tenga la persona sobre sus acciones.
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